SI TE DAN UN DÍA PARA CORTAR UN ÁRBOL USA MEDIO PARA AFILAR EL HACHA
Esta es la clave para enfrentar cualquier situación en la vida. El pararnos frente a lo que nos espera y analizarlo, nos permite contar con todas las herramientas posibles. Así conocimiento, planificación y estrategia serán tres elementos primordiales al emprender el camino.
La diagramación del trabajo, de actividades de cualquier índole, son siempre el paso previo para que luego todo ruede de acuerdo a lo planeado, a lo establecido
En dicha planificación, cabe recordar que “planifica quien gobierna”, con una mirada desde el presente, teniendo en cuenta cálculos, análisis de los problemas, sin olvidar que el que vamos a enfrentar deberá coexistir con otras situaciones. Y cabe recordar que somos los gobernantes de nuestra propia vida.
Si bien, todos estos pasos parecen obstaculizar la dinámica, por el contrario redundarán en nuestro propio beneficio, acortándonos y allanándonos el camino.
Este proverbio al que hace referencia el título, surge a propósito de un cuento en el que el dueño de un monte decidió talarlo, para ello contrató varios leñadores. Cada uno llevaba ritmos y estilos de trabajos diferentes.
El capataz de la obra se detuvo a mirar con atención a uno de ellos, cuyo primer día fue todo un éxito en cuanto a rendimiento, el segundo disminuyó notoriamente, pero al tercero los resultados fueron desastrosos, entonces decidió tomar cartas en el asunto.
-Discúlpame unos minutos, te detendré tan sólo para hacerte una sugerencia -dijo el capataz en tono amable, dirigiéndose al joven leñador extenuado.
-Si señor, replicó el muchacho cuya voz ya no se oía.
-Mira me gustaría hacerte una pregunta ¿has pensado por qué tu trabajo ha disminuido tanto y tu esfuerzo ha aumentado sin lograr mejorar los resultados? -preguntó el capataz.
El joven leñador ya muy cansado, no podía razonar ni mantenerse en pie. Lo miró aturdido, y sólo dijo:
-Señor necesito, sentarme y beber un vaso de agua por favor
Pronto recibió un taburete y un vaso de agua bien fresca. Más tranquilo bebió el agua se secó el sudor de su frente y ya repuesto contestó:
-Me he dado cuenta que es cierto lo que usted señala, pero no comprendo que ha sucedido, pues yo he triplicado mi esfuerzo y trabajo, y no logro cortar la misma cantidad de árboles que el primer día- dijo el muchacho, con los ojos cargados de lágrimas y pensando que su trabajo estaba en peligro.
-Tranquilo, –dijo el capataz- es sencillo, te has olvidado de algo fundamental, de afilar el hacha, aunque demores no te aflijas, afílala muy bien, de esta forma rendirás igual que el primer día.
El joven, agradecido, comprendió su error y de inmediato se puso a afilar el hacha
Más allá del cuento, y del proverbio, es imprescindible tomarse el debido tiempo para afilar el hacha así como para cortar el árbol. Pues en este camino, no faltan quienes pasan la vida entera afilando el hacha, sin cortar un árbol, o por el contrario como este caso los que cortan sin afilar el hacha.
Y el tomar los recaudos necesarios para que lo que vamos a emprender salga de la mejor forma es parte fundamental en cualquier actividad, el analizar con qué elementos contamos para que nuestros actos sean lo más precisos posible. Evidentemente, el factor ajeno a nosotros siempre estará presente, lo fortuito, lo inesperado serán parte del juego, aunque si estamos suficientemente preparados no serán elementos que nos hagan detener la marcha.
El ser capaces de establecer estrategias al modo de alcanzar nuestros objetivos no va reñido con ser espontáneos y naturales. El planificar o prever no implica dejar de reaccionar en forma auténtica cuando los desafíos llegan a diario. Y quienes se preparan mejor, posiblemente enfrenten con menor dificultades los contratiempos o imprevistos a los que nos vemos sometidos a diario.
Y no perder la capacidad de asombro, de apertura, de mente abierta, es directamente proporcional a la capacidad que tengamos a la hora de ponernos a afilar esa hacha fundamental como instrumento en nuestra vida. Porque estar vivo, no significa transcurrir de paso, implica compromiso, desafío y brindar todo lo mejor de cada uno para lograr una convivencia pacífica y grata con nuestros semejantes.
El intentar dar lo mejor de nosotros mismos, conlleva a sentir que hicimos todo lo que estaba a nuestro alcance, que nuestra entrega fue apasionada e intensa. Implica esfuerzo, cariño, devoción, sacrificio, dolor y alegría, porque el deber cumplido cuando se realiza con total entrega deja una paz inmensurable, a pesar de todos los contratiempos y desventuras.
Finalmente, quien piense y analice pronto descubrirá los elementos necesarios a poner sobre la mesa para solucionar una situación. De este modo, descubiertas las herramientas, la planificación será parte fundamental en la estrategia a desarrollar, porque la vida es como el juego de ajedrez, cada movimiento implica y significa una estrategia a poner en práctica.
La diagramación del trabajo, de actividades de cualquier índole, son siempre el paso previo para que luego todo ruede de acuerdo a lo planeado, a lo establecido
En dicha planificación, cabe recordar que “planifica quien gobierna”, con una mirada desde el presente, teniendo en cuenta cálculos, análisis de los problemas, sin olvidar que el que vamos a enfrentar deberá coexistir con otras situaciones. Y cabe recordar que somos los gobernantes de nuestra propia vida.
Si bien, todos estos pasos parecen obstaculizar la dinámica, por el contrario redundarán en nuestro propio beneficio, acortándonos y allanándonos el camino.
Este proverbio al que hace referencia el título, surge a propósito de un cuento en el que el dueño de un monte decidió talarlo, para ello contrató varios leñadores. Cada uno llevaba ritmos y estilos de trabajos diferentes.
El capataz de la obra se detuvo a mirar con atención a uno de ellos, cuyo primer día fue todo un éxito en cuanto a rendimiento, el segundo disminuyó notoriamente, pero al tercero los resultados fueron desastrosos, entonces decidió tomar cartas en el asunto.
-Discúlpame unos minutos, te detendré tan sólo para hacerte una sugerencia -dijo el capataz en tono amable, dirigiéndose al joven leñador extenuado.
-Si señor, replicó el muchacho cuya voz ya no se oía.
-Mira me gustaría hacerte una pregunta ¿has pensado por qué tu trabajo ha disminuido tanto y tu esfuerzo ha aumentado sin lograr mejorar los resultados? -preguntó el capataz.
El joven leñador ya muy cansado, no podía razonar ni mantenerse en pie. Lo miró aturdido, y sólo dijo:
-Señor necesito, sentarme y beber un vaso de agua por favor
Pronto recibió un taburete y un vaso de agua bien fresca. Más tranquilo bebió el agua se secó el sudor de su frente y ya repuesto contestó:
-Me he dado cuenta que es cierto lo que usted señala, pero no comprendo que ha sucedido, pues yo he triplicado mi esfuerzo y trabajo, y no logro cortar la misma cantidad de árboles que el primer día- dijo el muchacho, con los ojos cargados de lágrimas y pensando que su trabajo estaba en peligro.
-Tranquilo, –dijo el capataz- es sencillo, te has olvidado de algo fundamental, de afilar el hacha, aunque demores no te aflijas, afílala muy bien, de esta forma rendirás igual que el primer día.
El joven, agradecido, comprendió su error y de inmediato se puso a afilar el hacha
Más allá del cuento, y del proverbio, es imprescindible tomarse el debido tiempo para afilar el hacha así como para cortar el árbol. Pues en este camino, no faltan quienes pasan la vida entera afilando el hacha, sin cortar un árbol, o por el contrario como este caso los que cortan sin afilar el hacha.
Y el tomar los recaudos necesarios para que lo que vamos a emprender salga de la mejor forma es parte fundamental en cualquier actividad, el analizar con qué elementos contamos para que nuestros actos sean lo más precisos posible. Evidentemente, el factor ajeno a nosotros siempre estará presente, lo fortuito, lo inesperado serán parte del juego, aunque si estamos suficientemente preparados no serán elementos que nos hagan detener la marcha.
El ser capaces de establecer estrategias al modo de alcanzar nuestros objetivos no va reñido con ser espontáneos y naturales. El planificar o prever no implica dejar de reaccionar en forma auténtica cuando los desafíos llegan a diario. Y quienes se preparan mejor, posiblemente enfrenten con menor dificultades los contratiempos o imprevistos a los que nos vemos sometidos a diario.
Y no perder la capacidad de asombro, de apertura, de mente abierta, es directamente proporcional a la capacidad que tengamos a la hora de ponernos a afilar esa hacha fundamental como instrumento en nuestra vida. Porque estar vivo, no significa transcurrir de paso, implica compromiso, desafío y brindar todo lo mejor de cada uno para lograr una convivencia pacífica y grata con nuestros semejantes.
El intentar dar lo mejor de nosotros mismos, conlleva a sentir que hicimos todo lo que estaba a nuestro alcance, que nuestra entrega fue apasionada e intensa. Implica esfuerzo, cariño, devoción, sacrificio, dolor y alegría, porque el deber cumplido cuando se realiza con total entrega deja una paz inmensurable, a pesar de todos los contratiempos y desventuras.
Finalmente, quien piense y analice pronto descubrirá los elementos necesarios a poner sobre la mesa para solucionar una situación. De este modo, descubiertas las herramientas, la planificación será parte fundamental en la estrategia a desarrollar, porque la vida es como el juego de ajedrez, cada movimiento implica y significa una estrategia a poner en práctica.