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VÍNCULOS ÚNICOS

Son especiales, prácticamente indestructibles e impenetrables por personas externas a ellos. Capaces de generar las más grandes sensaciones, desde las más gratificantes a las más dolorosas.

¡Qué contradicción inexplicable!, lo que nos causa bienestar puede también generarnos momentos de gran sufrimiento. La clave está en la entrega, cuanto mayor sea, más grandes serán las ilusiones pero también las desilusiones.

Relaciones en las que sólo una mirada es capaz de descifrar lo más profundo e íntimo, sin necesidad de emitir una palabra o un sonido.

Los vínculos generan ligaduras entre las personas, muchas de las cuales se manifiestan a nivel inconsciente, y de allí que muchas veces no podamos encontrar una explicación lógica al establecer una relación con una determinada persona. Al respecto Blas Pascal expresa que  "el corazón tiene razones que la razón desconoce"

Vínculos que significan entrega, devoción, sacrificio y, asimismo, el placer de haber dado lo mejor de sí para esa persona tan especial. De aquí también la gran desilusión cuando la reacción del otro ser no es la esperada, pues luego de esa entrega pretendemos una devolución similar, pero debemos aprender a dar sin esperar nada a cambio, algo prácticamente utópico.

Y en estas relaciones vinculares sería muy importante no dejar de lado a nuestras mascotas que son verdaderos amigos, fieles, capaces de brindarnos su afecto sincero. Este tipo de relaciones son muy buenas no sólo para las personas que viven solas, sino también para las que viven con otras personas, ya que los animales son capaces de compartir y ensañarnos mucho acerca de los verdaderos vínculos.

Y referido a lo que esperamos a cambio del amor otorgado, Erich Fromm en “El arte de amar”, señala que no “sólo en lo que atañe al amor dar significa recibir. El maestro aprende de sus alumnos, el auditorio del actor, el paciente cura al psicoanalista- siempre y cuando no se traten como objetos, sino que estén relacionados entre sí en forma genuina y productiva“.

Por otra parte, son relaciones en las que se comparten alegrías, dolores, sufrimientos, y no existe impotencia más grande que ver sufrir un ser querido y no poder ayudarlo.

Este tipo de relaciones se puede establecer entre padres e hijos, parejas, amigos, hermanos, grupos… múltiples vínculos donde la entrega es verdadera, auténtica, donde se está muy seguro del cariño y de los sentimientos, no existe lugar para las dudas, o inseguridades, simplemente para dar lo mejor de nosotros a ese ser tan especial.

Generalmente, son relaciones en las que las equivocaciones están a la orden del día, pues somos humanos, pero no son intencionadas, simplemente se suscitan en el afán de agradar al otro.

Vínculos, en que se pueden pasar muchas cosas por alto, perdonar, escuchar y entender, pues prima un gran afecto, que está por encima de cosas pequeñas, de las sutilezas. Donde prevalece la valentía, y no existe lugar para la cobardía, ese vínculo es tan intenso que nos permite vencer obstáculos  y barreras más allá de lo comúnmente pensado o esperado.

Son relaciones, que traen aparejado sorpresa permanente, crecimiento, y unión. Difícilmente puedan ser destruidas a pesar de las tormentas, o tifones, pues son fuertes, duraderas e irrepetibles, pueden sobreponerse a todo elemento que intente interponerse o romperlas, porque el amor, el cariño y el afecto están presentes. Y sobre el amor, San Agustín manifiesta que "la medida del amor, es amar sin medida”, una frase que quien ha sentido amor alguna vez podrá corroborar sin pensarlo demasiado.

Pero según Erich Fromm, “para la mayoría de la gente, el problema del amor consiste fundamentalmente en ser amado, y no en amar, no en la propia capacidad de amar”, y este es un tema un tanto discutible, porque les pregunto ¿somos capaces de amar, o sólo pretendemos ser amados?

Actualmente ha cambiado la forma de relacionarse de las personas, el cara a cara se ha ido dejando de lado por sistemas computarizados, medios electrónicos, mensajes de texto, que hacen al vínculo diferente, no me atrevería decir si mejor o peor, pues las nuevas generaciones podrían argumentar con todo derecho que para ellos es mejor. Sin afán de polemizar, es importante admitir que han cambiado los vínculos, y el contacto personal ha disminuido como consecuencia del gran adelanto tecnológico. Y es así, que cada vez son más las personas que trabajan desde sus hogares a través de Internet, estableciendo muchos vínculos,  pero quedando aislados en un mundo electrónico, olvidando que los abrazos, las palmadas, las miradas o un beso son siempre necesarios.

Y en cualquier tipo de relación vincular el respeto es primordial, en tal sentido Erich Fromm, dice que el “respeto no significa temor y sumisa reverencia; denota, de acuerdo con la raíz de la palabra (respicere: mirar), la capacidad de ver a una persona tal cual es, tener conciencia de su individualidad única. Respetar significa preocuparse por que la otra persona crezca y se desarrolle tal como es. De ese modo, el respeto implica la ausencia de explotación”.

Pero independientemente de la forma en que los vínculos se produzcan o los medios a través de los cuales se manifiesten, significan relaciones únicas, que nos nutren y alimentan día a día, que nos permiten vivir con intensidad y fortaleza. Los defenderemos con pasión y ahínco sin pensar demasiado, solamente guiados por lo que sentimos que es muy profundo e intenso.


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