“Los de siempre” se contarían con los dedos de una mano, o dos, no lo sé, quizás. Lo cierto es que son muy pocos los que transitan el camino en forma ininterrumpida a tu lado, sin excusas, sin traiciones, sin dejar que las pulsiones humanas los ataquen y te dejen plantado cuando menos te lo esperas.
Así como huesos duros de roer permanecen a tu lado haciéndote compañía y se alegran con tus triunfos y progresos, pero también se les anuda el corazón cuando una lágrima brilla de reojo en tu rostro cansado y afligido. Me pregunto ¿a qué se debe la fidelidad de “los de siempre”?, ¿cuál es el antídoto que los salva de no dejarnos plantados?... ¿Será que la amistad es un lazo fraterno e inquebrantable, que aún en los peores vendavales logra vestirse de gratitud al abrigo de la fidelidad?
Porque” los de siempre” no están “al golpe del balde” -como diría un viejo amigo-, sino por el contrario están para que sientas ese brazo que te sostiene y ayuda a seguir adelante. Ya lo sé no quedan muchos en pie, pero lo importante es no perder la esperanza y la confianza en que los que están siempre, ésos son de fiar, y con ellos la amistad se engalana con sus mejores atuendos.
Así como huesos duros de roer permanecen a tu lado haciéndote compañía y se alegran con tus triunfos y progresos, pero también se les anuda el corazón cuando una lágrima brilla de reojo en tu rostro cansado y afligido. Me pregunto ¿a qué se debe la fidelidad de “los de siempre”?, ¿cuál es el antídoto que los salva de no dejarnos plantados?... ¿Será que la amistad es un lazo fraterno e inquebrantable, que aún en los peores vendavales logra vestirse de gratitud al abrigo de la fidelidad?
Porque” los de siempre” no están “al golpe del balde” -como diría un viejo amigo-, sino por el contrario están para que sientas ese brazo que te sostiene y ayuda a seguir adelante. Ya lo sé no quedan muchos en pie, pero lo importante es no perder la esperanza y la confianza en que los que están siempre, ésos son de fiar, y con ellos la amistad se engalana con sus mejores atuendos.
Andrea Calvete