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LOS AÑOS ARRUGAN LA PIEL, NO EL ALMA


Por Andrea Calvete

Las distintas aristas de una misma realidad, en la que todos convivimos, y la que es necesario atender. Adultos mayores para algunos, para otros tercera edad, dos nombres que parecen tener gran peso, a tal punto que muchas personas se sienten disminuidas porque han concluido un camino, mientras que en otros ámbitos ocupan importantes lugares, como cargos gubernamentales, empresariales y despliegan su sabiduría y energía.

Frente a esta realidad compleja y diversa ¿cómo es posible esta diferenciación tan abrupta y discordante? Por una parte, se habla de personas que ya han vivido su vida y necesitan descansar, aunque un gran número se sumerge en la tristeza, en la amargura, pues dependen de una magra jubilación, y al mirarse al espejo ya no queda ni un ápice de lo que fueron años atrás. Contrariamente, vemos gente mayor ocupando y desempañando roles en forma correcta a pesar de sus años.

Pero los años arrugan la piel, no el alma. Según Graham Greene “en el fondo de nosotros mismos siempre tenemos la misma edad”. Una frase realmente cierta, pues a pesar de los años las personas tenemos necesidades, sentimientos, expectativas que continúan en nuestros corazones latiendo como cualquier otro día de nuestras vidas.

Es necesario comprender que los seres humanos somos todos útiles independientemente de la edad que tengamos. El tránsito por la vida nos enriquece en experiencias, que posiblemente sean de ayuda a otras personas.

El hecho de estar vivos, es maravilloso, el de no perder el entusiasmo, la alegría de vivir, de reír, de ser útiles, de aprender, de ayudar, de comprender… las personas valemos más allá de las canas, arrugas, o años vividos.

Según Ingmar Bergman “envejecer es como escalar una gran montaña; mientras se sube las fuerzas disminuyen, pero la mirada es más libre, la vista más amplia y serena”.

Asimismo, es importante tener en cuenta que todos los integrantes de la sociedad somos indispensables, somos parte de un gran motor. Es así que las personas de edad media conforman un  importante sostén social que trabaja con energía y años de experiencia, son la generación que media entre los más jóvenes y los más adultos.  Por su parte, los más jóvenes son la ilusión, la esperanza. Y los mayores son la base del sostén de este gran mecanismo.

Todos somos imprescindibles, todos necesitamos los unos de los otros, siempre es posible aprender algo nuevo que nos enriquezca y estimule a ser mejores personas.

Eduardo Galeano señala que “hay quienes creen que el destino descansa en las rodillas de los dioses, pero la verdad es que trabaja, como un desafío candente sobre las conciencias de los hombres”. Y partiendo de esta reflexión se puede observar que desde la individualidad forjamos el devenir, y somos responsables en pensar en él como un lugar donde la equidad sea un sustantivo que juegue un rol preponderante.

Una sociedad de cara al futuro, necesita que sus integrantes tengamos oportunidades de vivir dignamente, de acuerdo a nuestras capacidades y expectativas. Es necesario entender que dependemos de todos  para salir adelante, pues la unión hace la fuerza. Y de allí, es que resulta tan importante no dejar de lado a los adultos mayores pues son un eslabón esencial en la cadena de la vida.

Tarde o temprano todos llegamos a vivir las distintas etapas de la vida pero cuando los años transcurren, y nos ubicamos en un estadío medio comprendemos mejor algunas situaciones que antes no lográbamos asimilar, pues ya no nos vemos tan lejos, y sabemos que “todo pasa y todo llega”.

Pero hoy en día, dado los adelantos, la tecnología, las personas cuando pasan los sesenta años se encuentran plenas llenas de vida y energía. Asimismo, dada la calidad de vida las expectativas de vida son cada vez mayores, entonces debemos ajustarnos a lo que nos depara el futuro, que enfrentar generaciones cada vez más longevas y activas.

Decálogo de Shelig Whitman, cuando tenía 95 años, para vivir un siglo

1) Dormir ocho horas cada noche y acostarse sobre el lado derecho.

2) Dormir  media hora de siesta cada tarde.

3) Andar media hora después de cada comida.

4) Enjuagarse la boca y hacer gárgaras por la mañana y por la noche.

5) Comer lo que se desee pero sin excesos.

6) Hacer gimnasia unos 20 minutos cada día.

7) No beber nunca agua helada.

8) Dormir con la ventana abierta.

9) Evitar todos los excesos.

10) Masticar bien los alimentos y comer lentamente

Aunque este decálogo puede influir a la hora de extender la vida, es importante que las personas al llegar a la edad madura se sientan útiles, activas, necesarias, pues de este modo como dice Nietzsche  “aquel que tiene un porqué para vivir se puede enfrentar a todos los cómo”.

En tal sentido, en la búsqueda de que todas las personas se sientan útiles e integradas a la sociedad, las intendencias municipales de cada departamento de nuestro país implementan actividades para que las personas que ya se han retirado de sus trabajos, se sientan útiles, vivas, felices y plenas. Así desarrollan talleres literarios, de pintura, corales, de cocina, actividades comunitarias, donde las personas no sólo hallan un espacio de recreación sino también una forma de sociabilizar, algo que resulta imprescindible a cualquier altura de la vida.

Es imprescindible hallar un lugar en donde las personas a cualquier edad nos sintamos útiles, felices y plenos. Por eso si todavía no lo encontraste, como dice Benedetti “no te rindas”, porque “aún hay fuego en tu alma, aún hay vida en tus sueños, porque cada día es un comienzo nuevo, porque esta es la hora y el mejor momento”.

En realidad no importan la cantidad de años vividos, sino la cantidad de vida que encierran esos años, este concepto es primordial para que, independientemente de la edad que tengamos, nos sintamos bien con nosotros mismos.

Finalmente, los años arrugan la piel no el alma, quizás te sientas más joven que una persona que tiene menos años que vos, porque tenés una actitud positiva ante la vida, sos una persona que tiene un gran sentido del humor y sabés reír siempre, y eso te ayuda a sentirte pleno y dichoso.

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