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BASTA UN PEQUEÑO CAMBIO

Con la mirada perdida, buscaba, buscaba, pero no encontraba el camino. Lejos habían quedado los días de claridad y calma, en los ojos de Amelia reinaba una triste ausencia, en medio del bullicio todo parecía más complejo.

La complejidad de las situaciones está relacionada con el laberinto en que nos hallamos metidos y de la visión que podamos tener del mismo. Algunas personas se ahogan en un vaso de agua, o hacen de un día de lluvia una tempestad. Sin embargo, a otras nada los inmuta o afecta, o al menos eso parece ser lo que muestran.

Lo importante es sincerarse con uno mismo, y ver ¿dónde nos encontramos parados, de la vereda del sol o la de la sombra, o quizás vayamos por el medio?

No siempre, se puede seguir el mismo rumbo aunque así se desee, la vida nos enfrenta a bifurcaciones dónde debemos decidir ¿qué rumbo tomar? Sin embargo, lo difícil es cuando permanecemos anestesiados parados en un mismo lugar sin saber ¿qué hacer o qué dirección tomar?

La mirada de Amelia pronto se iluminó, vio un destello de luz que le alumbraba el camino, que le abría el paso en aquella inmensa incertidumbre, que necesariamente era parte de lo que tenía que vivir y experimentar.

Siguió el camino y vio que los colores ya no eran los mismos, los aromas también habían cambiado, hasta los sonidos se percibían diferente. El cambio de postura le abrió un mundo de posibilidades.

A pesar de que la vida es constante devenir, cambio, algunas veces, como el caso de Amelia, no caminamos al compás de los acontecimientos, hasta que luego de varios golpes, comprendemos que no podemos permanecer estáticos, basta un pequeño cambio.

Andrea Calvete

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