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"CUANTO MÁS UTOPÍA, MENOS DROGA". ENTREVISTA A EDUARDO GÓMEZ

Cuando se debate la problemática de las drogas, no siempre se pregunta por las causas de la dependencia de las drogas. Parece evidente que no basta con analizar solamente de sus efectos.

El escritor brasileño y fraile dominico Frei Betto, a partir de su experiencia con adictos (su propio hermano), afirma que son muy importantes los recursos médicos y terapéuticos, pero que no hay nada tan imprescindible como el afecto.

El pertenece a una generación que en la década de 1960 tenía 20 años. Una generación que se inyectaba utopía en las venas y que, por lo tanto, no se llevaba bien con las drogas. “Cuanto más utopía, menos droga. Lo que no es posible es vivir sin soñar”, afirma Frei Betto.

Muchos entran a la droga por la vía del agujero en el pecho. Falta de afecto, de autoestima, de sentido de la vida. Van, entonces, en busca de algo que virtualmente les llene el corazón.

Así como la puerta de entrada a la droga es el desamor, la de salida es obligatoriamente el amor, el cuidado, el difícil empeño de tratar como normal a alguien que obviamente presenta reacciones y conductas diferentes.

En la calle Etiopía 333, en el barrio Casabó, funciona una casa de contención y amparo. Esta casa alberga a personas en situación de calle, con conductas problemáticas, desprendidos de sus vínculos, con problemas con sustancias y excluidos de todo el sistema social, cultural y laboral.

Esta situación que para muchos es un verdadero callejón sin salida, tiene una puerta donde golpear. En la calle Etiopía 333 el Profesor Eduardo Gómez dirige un hogar que les brinda la posibilidad de restablecerse y reinsertarse en la sociedad, sintiéndose útiles, dignos y con la posibilidad de estudiar y obtener un trabajo como sustento de vida.

Actualmente, viven 10 jóvenes de distintas edades que, con sus propias manos, están levantando esta casa, y diariamente realizan múltiples actividades para dar un pequeño paso y avanzar. Con la guía y el acompañamiento del Profesor Eduardo Gómez y del Pastor Evangélico César y su esposa Laura, reflexionan día a día y unen sus fuerzas, abocados a recuperarse y a colaborar también con todos los compañeros que a diario tropiezan con dificultades, producto de la abstinencia.

El viernes pasado, tuvimos la oportunidad de conocer a estos muchachos, que muchas veces pasan desapercibidos por la sociedad. Y tuvimos el gusto de compartir una tarde con ellos, y ver el entusiasmo y las ganas de superarse que tienen, para salir adelante. Son jóvenes que han recuperado la esperanza en la vida, en sus posibilidades y en sus talentos. También han recuperado relaciones vinculares de grupo, de compromiso y de trabajo que al momento de llegar allí estaban muy lejos de sus posibilidades.

Y como diría Frei Betto, ellos están en el más prometedor de los “viajes”: construir su utopía.

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