DONDE HABITA EL SILENCIO
El silencio un enigma por develar en la piel de los días, en los sabores de las lágrimas, en la alegría del sol, y en la nostalgia del azul de la luna.
Hay silencios que saben a tristeza, a esas lágrimas secas por el miedo y el desencanto, por el temor a no ser entendidas.
Hay silencios que lo dicen todo, incómodos, severos y austeros, se paran para enfrentar la situación más difícil.
Hay silencios que saben a paz y armonía, flotan desde la calma de un mágico atardecer.
Hay silencios desgarradores que traen el dolor más profundo y cortan como una navaja.
Hay silencios que saben a dicha, esos brillan como los rayos de sol reflejados en las olas del mar.
Hay silencios de gratitud, esos se respiran en el palpitar del eterno agradecimiento que perfuma el corazón.
Hay silencios desbordados de amor, en los que se dice todo sin mediar un solo sonido o palabra, son como un abrazo fuerte y sincero, o el beso más sentido.
Los silencios habitan en nosotros como instrumentos para expresar lo que las palabras o sonidos no son capaces. Saben diferentes según lo que deseen transmitir.
De todos los silencios el más genuino es el que abarca a todos y a cada uno de ellos, porque el silencio y sus diferentes manifestaciones es un fiel compañero que nos permite crecer y avanzar en la vida.
El silencio, un enigma por develar en la piel de los días, en los sabores de las lágrimas, en la alegría del sol, y en la nostalgia del azul de la luna.
Andrea Calvete