LOS MIEDOS QUE NOS UNEN
«Dicen que antes de entrar en el mar, el río tiembla de miedo… mira para atrás y ve el largo camino recorrido y ve hacia adelante un océano tan extenso, que entrar en él es desaparecer para siempre. Pero no existe otra manera. El río no puede volver atrás. Nadie puede volver. Volver es imposible en la existencia. El río precisa arriesgarse y entrar al océano. Sólo cuando entre, el miedo desaparecerá, porque en ese momento, sabrá que no se trata de desaparecer en él, sino volverse océano» así lo expresa Khalil Gibran.
Y temblamos de miedo cuando sabemos que vamos a ser padres, porque nos paramos ante una responsabilidad que nos hace dudar de si estamos preparados, pero respiramos hondo y cuando empezamos a sentir que nuestro bebé se mueve en la panza los miedos comienzan a desvanecerse, porque el amor que sentimos por ese pequeño ser, alcanza para superar todo.
Y temblamos cuando frente a la enfermedad de un ser querido no sabemos si podremos tener fuerza de acompañarlo y contenerlo, pero cuando nos toca bailar con la más fea allí estamos haciendo todo lo posible y dejamos los miedos y las conjeturas de lado.
Y temblamos de miedo cuando por cualquier razón nuestro universo se da vueltas y ya nada es como antes, y nos paralizamos con una sensación de angustia, hasta que comprendemos que debemos transformar ese miedo en una fortaleza, porque la vida es maravillosa a pesar de todas las dificultades que se nos presentan.
Y temblamos cuando nos acercamos más a ese punto final, porque tenemos miedo a esa palabra que no se dice, que no se piensa, de la que no se habla, pero a la que cada vez nos acercamos más, y cuanto más consciente seamos de ella es posible que vivamos con mayor plenitud el aquí y ahora.
Y temblamos con cada situación nueva en la que no nos sentimos preparados, y no sabemos cómo afrontar, entonces respiramos profundo e intentamos escuchar a nuestro corazón porque en él siempre hay una respuesta para superar un miedo.
“Nadie puede volver. Volver es imposible en la existencia. El río precisa arriesgarse y entrar al océano. Sólo cuando entre, el miedo desaparecerá, porque en ese momento, sabrá que no se trata de desaparecer en él, sino volverse océano”.
Andrea Calvete