MOMENTO MÁGICO
Me trajo hasta aquí una gripe intensa, que me llevó a viajar hasta el siglo XV y rememorar el antiguo romance anónimo y que algún juglar permitió que conociéramos: “Que por mayo era por mayo cuando hace la calor cuando los trigos encañan y están los campos en flor”. El veranillo que ha acortado nuestro invierno, mi fragilidad y el árbol desnudo que asoma por mi ventana se han dejado acariciar por el sol, y hemos sido testigos de un momento mágico.
El árbol limpio de hojas, seco de verde y de vida, acurruca dos pequeños nidos, mientras dos aves negras y brillantes se bañan de sol y esperanza. Ese mismo fulgor llega a través de la ventana y me inyecta vida, y me siento como el prisionero suspirando tras las rejas de mi ventana, uniéndome a la vida a través del canto de los pájaros.
Y tantas veces nos sentimos prisioneros por distintas causas, y los ruiseñores al igual que en el romance del prisionero son los que nos esperanzan con su canto, los que nos invitan a volar y a renacer. Es que no hay prisión para los pensamientos ellos vuelan alto, escalan dificultades y navegan por bálsamos que les permiten flotar extasiados por esa utopía tras la que caminan.
Es que somos prisioneros de no parar, de no decir basta, de no escucharnos, y continuamos como podemos, pero no siempre el cuerpo aguanta, y algunas veces enferma hasta que nos dice basta a la cama descansá y hace reposo. Y entre que nos sentimos muy mal y ese parar intempestivo, tomamos el papel del prisionero entristecido empapados por una realidad que nos invita a pensar que tenemos que poner todo en este aquí y ahora para mejorar.
El prisionero soñaba con escapar de su cautiverio y sentir la hierba fresca bajo sus pies desnudos, con respirar el aire libre y escuchar el susurro del viento entre las hojas. Anhelaba reunirse con su amada, imagen que lo acompañaba en cada momento de soledad. Cerraba los ojos y la veía sonreír, como un rayo de sol que iluminaba su mundo sombrío.
Por eso hoy a través de este antiguo romancero, los invito a romper los barrotes de nuestras celdas, a conquistar nuestra salud y bienestar, a pensar que en los momentos simples de la vida es donde ocurre la magia del vivir.
Me trajo hasta aquí una gripe intensa, que me llevó a viajar hasta el siglo XV “Que por mayo era por mayo cuando hace la calor cuando los trigos encañan y están los campos en flor”. El veranillo que ha acortado nuestro invierno, mi fragilidad y el árbol desnudo que asoma por mi ventana se han dejado acariciar por el sol, y hemos sido testigos de un momento mágico.
Andrea Calvete