LA MAGIA DEL OTOÑO
Amanece, el sol comienza a brillar amable y agradecido, un cielo diáfano lo enmarca, mientras se perfuma de otoño el día. El aire fresco envuelve a la mañana que abre dorados sus ojos somnolientos y mágicos.
Los motivos se toman de la mano con las posibilidades, hacen un conjuro misterioso, y las horas dan la bienvenida a las ganas de hacer y de vivir. Entre tanto, los rayos de sol toman preponderancia y se esparcen por la mesa de la cocina. Me pregunto: ¿Cómo habría sido la rutina de mis abuelos, cuáles serían sus costumbres?... Mi abuela materna fue la única que conocí de mis abuelos, y ya tenía más de sesenta años cuando llegué al mundo, pero recuerdo con gran alegría todo lo que viví a lo largo de los años que tuve el privilegio de acompañarla.
Es que la vida ha cambiado tanto, sobre todo el ritmo vertiginoso en el que vivimos, ese correr sin tregua, ese ir por más y más, y cuando llega el fin del día las horas parecen no alcanzar, y entonces comenzamos a postergar para mañana lo que no pudimos hacer hoy.
Sin embargo, esta hermosa mañana otoñal me ha hecho viajar hacia mis ancestros, en otro tiempo y en otra sintonía, pero seguro impregnados al igual que quienes vivimos en estos días con el mágico aire otoñal, lleno de ocres y naranjas despidiéndose de los más verde para abrir las puertas a los dorados tan significativos y cálidos.
El otoño una bella estación en donde las temperaturas, colores, aromas, texturas y sabores invitan a vivir a ritmo más lento, con la reflexión como aliada, y una taza tibia de una rica tisana para degustar de días de templanza y paz.
Amanece, el sol comienza a brillar amable y agradecido, un cielo diáfano lo enmarca, mientras se perfuma de otoño el día. El aire fresco envuelve a la mañana que abre dorados sus ojos somnolientos y mágicos.
Andrea Calvete