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LAS PUERTAS ABIERTAS A LA VIDA


Rosas tenues se pierden en el horizonte yodado en un mar turquesa y apacible. Las olas perfumadas rompen blancas mientras las gaviotas vuelan distendidas. La arena húmeda intensifica los aromas, los pies disfrutan de su textura fresca mientras el día los recibe con los brazos abiertos.

Sentados descalzos frente al mar, el maestro pregunta a su discípulo ¿qué ve? El silencio entre ambos se extiende un minuto, el discípulo cargado de emoción por la maravilla que tiene ante sus ojos se atreve a hablar

-Maestro, veo un mar azul quieto bajo un cielo que amanece.

El maestro vuelve a preguntar - ¿Qué ves?

El discípulo algo nervioso, y titubea -Un mar azul, gaviotas que vuelan pacíficas, y un cielo con distintos matices de colores.

El maestro vuelve a preguntar - ¿Qué ves?

El discípulo sin entender responde- Maestro, veo lo mismo que ves tú, un mar, un cielo y una playa inmensa-

El maestro vuelve a preguntar- ¿Qué ves?

-No sé qué quieres que vea, te repito, veo lo que vemos ambos- dice asombrado

El maestro permanece unos minutos en silencio mirando hacia el horizonte y vuelve a preguntar- ¿Qué ves?

- Veo un mar lleno de vida, de corrientes, de olas, de peces, bajo un cielo magnífico, y un aire fresco que abre nuestros pulmones. También puedo percibir que muchas veces he entrado al agua sin miedo, que otras he tenido temor y me he quedado afuera, otras tantas el baño me ha purificado… ¿sigo?

El maestro satisfecho responde- No, es suficiente, has visto que ante el mismo lugar has experimentado muchísimos sentimientos, sensaciones, vivencias, tan sólo recuerda que día a día irás descubriendo nuevas cosas, sólo depende de ti la apertura que tengan todos tus sentidos ante lo que ocurre, no te cierres. Abre todos los días las puertas a la vida.

Andrea Calvete

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