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RECONCILIARSE CON LA VIDA

Mirar de reojo a la vida es algo común, pelearse con ella, seguir de largo sin decirle ni siquiera buen día, o no saludarla por días, son realidades frecuentes en las que no nos involucramos y nos distanciamos de alguna manera con ella. De este modo, no todo parece salir como quisiéramos. Se enciende alguna manera una luz de alerta que dice: “Peligro vas por mal camino”

Y como dice un viejo refrán “a mal camino vamos por agua”, porque si nos peleamos con quien tenemos para transitar en este aquí y ahora, pocas alternativas nos quedan de disfrutar, de sentirnos plenos y satisfechos. Sin darnos cuentas comenzamos a culparla de todas los oportunidades que nos ha quitado, de las puertas que nos ha cerrado, de las decepciones que hemos vivido, de las equivocaciones, de los olvidos, de la tristeza, del dolor, de las frustraciones,… y podría continuar una hoja entera con reproches.

La vida asombrada nos mira y con su idioma universal nos dice “hoy puede ser un gran día depende de ti”, y continúa como si nada hubiera pasado. Entonces la miramos y nos preguntamos de qué nos habla, si es ella la que se ha dispuesto a dificultarnos las cosas. Aunque siempre es más fácil culpar al que tenemos al lado, sin embargo al detenernos a pensar en sus palabras vemos que algo de razón tiene, y que la mayoría de las veces nos hemos cerrado a querer cambiar, o simplemente no nos hemos animado a tomar decisiones o hemos errado en ellas.

Y así andamos peleados con la vida, y ya no miramos al cielo para disfrutar de ese maravilloso espectáculo, y si lo miramos es para advertir que tendremos que llevar el paragua porque se aproxima una tormenta. Y de la misma forma tampoco apreciamos un atardecer, sus colores, sus tonalidades y perfumes, sólo vemos que se nos acaba el día y aún nos quedan muchas cosas por hacer, alguna de ellas muy a nuestro disgusto.

Quizás se hora de reconciliarnos con la vida, con sus aromas, sus tonalidades, texturas, sonidos, colores, con esa maravilla que es la naturaleza y que está al alcance de todos. Reconciliarse es volver a encontrarse con alguien, y para ello vistámonos con buen humor, con entusiasmo y con tonalidades enérgicas que nos permitan entonces hacer de este encuentro un momento único y maravilloso, para dar comienzo a una nueva etapa, en la queremos estar y sentirnos mejor, con nosotros mismos y con las personas que nos rodean.

Existen diferentes formas de reconciliarnos con la vida, algunas tienen que ver con sentirnos vivos, útiles y activos, haciendo algo que nos permita utilizar nuestras capacidades, nuestra creatividad y talento, que posiblemente hayan quedado en el cajón del olvido, postergados. Se preguntarán entonces cómo podemos hacer para reconciliarnos, bueno en principio diría que es una resolución bastante personal, pero evidentemente hay actividades en general que favorecen esta reconciliación.

Reconciliarse con la vida es una decisión personal, en la que debemos ser genuinos y poner lo que somos sobre la mesa, mirarnos al espejo, preguntarnos cómo deseamos continuar el camino y poner manos a la obra. Porque de eso se trata ya que hay situaciones que no son con las que mejor nos llevamos pero están y hay que asumirlas, existen actividades que pueden hacernos sentir que estamos vivos, activos, que somos útiles, que somos capaces de crear y crecer, de creer y confiar, de desarrollarnos y de aprovechar este universo de posibilidades que pasan por nuestro alrededor y no somos capaces de ver. Algunas de las actividades que nos pueden hacer vibrar o acercarnos a la plenitud pueden ser pintar, escribir, plantar, cultivar, decorar, bailar, cantar, pescar, realizar algún deporte,… existen infinidad de actividades las que nos permiten encontrar ese espacio vital para nosotros, solo es cuestión de darnos la oportunidad y descubrirlas para así reconciliarnos con la vida.

Finalizo parafraseando a Joan Manuel Serrat : “Hoy puede ser un gran día plantéatelo así, aprovecharlo o que pase de largo depende en parte de ti”, así que está en cada uno de nosotros dar ese paso para reconciliarnos con la vida.

Andrea Calvete

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